El descubrimiento de la Lo

A veces me pregunto por qué me fui de México hace tantos años? Qué gano viviendo lejos de mis costumbres y de lo que ya conozco? Qué puedo hacer ante la incertidumbre? Hacia dónde voy? Qué es lo que quiero ser cuando sea grande? Se puede encontrar una respuesta a esto?

La noche que conocí a Lorena, era la primera vez que entraba en un Centro Social en Italia. Yo, como inmigrante, había ido a ver y a apoyar el concierto de un grupo intercultural, osea un grupo musical nacido en Italia pero con miembros inmigrantes. Aquella noche fue también, la primera vez que me puse a pensar que uno se puede sentir extranjero en su propio país, o mejor dicho, que también viviendo en el país donde se ha nacido, uno se puede sentir extraño, perdido y no perteneciente. Conocer a Lorena fue confirmar que arriesgarse y reinventarse constantemente es un común denominador de las jóvenes generaciones y que, en este sentido, inmigrantes y nativos “todos estamos en el mismo barco” como dice un dicho italiano.

Roma

En aquellos tiempos no conocia el ambiente de los Centros Sociales y este donde yo estaba era uno de los mas conocidos en Roma. Era un lugar obscuro y al mismo tiempo colorido, un poco desordenado y transgresivo. Reconozco que al inicio me sentí un poco inhibida pero me adapte en un dos por tres: todo era relajado, tranquilo, original. Un lugar autogestionado y con una amplia propuesta creativa, es decir, un lugar de esos que vienen definidos como alternativos. Un contexto que encajaba muy bien con la personalidad de Lorena.

Y ahi estaba yo con unos amigos que en medio del gentío buscaban a otros amigos cuando, entre una rola y otra, con los grafitis y algunos puestos de artesanías de adorno y unas cervezas para amenizar el ambiente, me vi involucrada en una profunda conversacion con la Lo, como la llaman sus amigos.

“Yo soy de Mongrando, una zona de Piemonte, pero no soy piemontese doc” – dijo la Lo, en referencia a los vinos (DOC = denominacion de origen controlada) y haciendo que yo entrara en confusión. Esa afirmación era muy extraña para mí, ya que yo siempre me presentaba, y me presentó como mexicana y nunca hablo de los orígenes de mis abuelos. “Soy un híbrido, una mezcla de culturas diferentes: la sarda y la veneta (de sardena y de Veneto, regiones italianas), dos regiones totalmente distantes desde un punto de vista geográfico, unidas en Piemonte, para la precision, en el norte occidental italiano”- continuaba diciendo la Lo, con un acento fuertemente piemontese, agregando que sus abuelos en aquellos tiempos habian sido hasta discriminados.

”Mis abuelos abandonaron en los anos 50 la propia tierra, emigrando hacia Piemonte, lugar donde se desarrollaba la gran industria textil, una por la que Italia es reconocida a nivel internacional. La zona donde yo nací fue y es dependiente de la industria textil no solo a nivel económico sino también, a nivel social y cultural- me contaba Lorena. Yo no entendía bien que quería decir con eso y ella me explicó que casi todos los habitantes de su pueblo eran empleados o trabajaban para esa industria. Lo que significaba tener un puesto de trabajo fijo y para toda la vida, que hasta a veces los trabajos se pasaban de padre a hijo y que quien hacia los trabajos mas difíciles o especializados eran también mucho mas respetados y considerados.

Todo lo que me contaba la Lo me parecía muy interesante y nuevo. Ese año era el octavo que ella vivía en la capital italiana. Había salido de Mongrando a los 20 años para estudiar Sociología, empujada por su curiosidad e inquietud por las cuestiones sociales. En ese entonces, mientras estudiaba, trabajaba en recoger retoños y plantas para después venderlas a una empresa de homeopatía. Si bien esa actividad no era lo máximo para ella, le permitía conocer las plantas, sus principios y cualidades así como estar en contacto con la Naturaleza. Las experiencias de la Lo estaban muy lejos de lo que yo normalmente estaba acostumbrada a escuchar por parte de mis amigos y conocidos, ambientes de oficina con un horario establecido. Actividades que comparadas con las de la chica piemontese resultaban totalmente aburridas y poco intersantes.

Mongrando

Pasaron algunos años antes de que yo volviera a verla. Fue una casualidad la que me llevó a un festival de musica reggae, en Bornasco, un pueblecito cerca de Mongrando, el pueblo de la Lo, en un contexto similar al del Centro Social pero en esta ocasión, en medio de la naturaleza. Qué sorpresa fue encontrarla ahí, vendiendo jabones hechos a mano, entre tiendas de campaña, puestos de pasta y pizzas, talleres de danza y un palco escénico donde se presentaban importantes exponentes de reggae a nivel internacional.

En medio de la noche, pasados los conciertos, con el bosque a nuestras espalda, la Lo me contó que cansada del estres, la contaminación y el trafico de Roma y; empujada por una necesidad de acercarse a un contexto mas natural y tranquilo, había decidido regresar al lugar donde había nacido. Me confesó que cuando ella se fue a vivir a Roma, no era consciente de la riqueza que tenia Mongrando y sus alrededores o que tal vez, en ese entonces, ella no le daba importancia. Fue solo regresando después de 10 años de vivir en Roma, que logró descubrir las maravillas que ese lugar le regalaba.

Estaba preparando mis cosas para irme, la tienda de campaña ya estaba desmontada, cuando Lorena me invitó a quedarme un par de días para conocer su casa. Los lugares a los que me llevó, eran lugares de ensueño “Il Vallino”, “La Ruta- Graziano”, “San Michele”, “Il Castelliere di Mongrando”, los rios Viona e Ingagna, aislados de la “civilización”, eran recintos verdes, enigmáticos y con peculiares historias. Mi amiga insistía en decir que en su pueblo la gente y los espacios eran fríos y cerrados pero yo continuaba a comprobar que ella no era ejemplo de esto.

Cuánto se emocionaba y me emocionaba cuando me contaba que, saliendo por la mañana de su casa se encontraba con familias de jabalís o con ciervos (tipo bambi). Espectáculos que, la gente que vivimos en las grandes ciudades,solo vemos en la televisión o en fotos. Por no hablar de lo orgullosa que sentía cuando afirmaba que la mejor agua de mundo solo la podía beber ahí (y estando Mongrando a los pies de los Alpes, seguramente tenía razón).

Esos días la pude conocer mejor y a través de lo que me contaba podía también conocer un poco de su pueblo. La zona noroeste italiana que había sido por tantos años motor de la economía italiana, había entrado en crisis. Y Mongrando, donde la sociedad dependía de la industria textil, sea a nivel económico o a nivel social (dado que las costrumbres, los valores y los modos de pensar estaban ligados en parte a esa economía) se había derrumbado. Los lugares fijos de trabajo se habían terminado, transformándose en pánico de perder el trabajo, iniciando una lucha de pobres contra pobres que se pelean a muerte por un puesto de trabajo precario.

“La causa del empobrecimiento de la sociedad es la industria en sí y, tal vez alejarnos del sistema industrial no traería grandes daños al hombre” me decia la Lo, “pero en un lugar como Mongrando, es muy difícil cambiar de mentalidad. Es muy difícil cambiar el modo de hacer economia y encontrar una alternativa a aquello a lo que se ha estado acostumbrado por muchos anos”, decía .

Pasaron los años y aun cuando nuestros caminos estuvieron siempre separados, tuve la oportunidad de compartir con Lorena diferentes viajes y encuentros que consolidaron nuestra amistad.

Berlino

Fue en Berlín la última vez que vi a la Lo, había venido a visitarme para contarme que en otoño, iba a ser mamá. El mercado de la Schiller Promenade que se pone cada sábado cerca de mi casa, es famoso y reconocido en Berlin por ser visitado por gente que busca productos bio y artesanales. Aprovechando la visita , fuimos al mercadito a vender los jabones artesanales que ella hace.

El modo de hablar tenue pero seguro, su personalidad y su gestualidad, permitían percibir a los clientes lo que ella quería trasmitir; porque yo, con toda mi buena voluntad, no tenia mucho éxito con la traducción. Y entre una venta y otra, la Lo aclaraba a los clientes y a mí, todo sobre los ingredientes con que estaban hechos sus jabones. Cuando la gente le preguntaba algo, ella me explicaba detalladamente las cualidades de los productos, la importancia del proceso de elaboración y todo el trabajo invertido en la producción.

Yo, que la conocía como socióloga, tenía mucha curiosidad en saber por qué había decido dedicarse a la producción de jabones – “Yo no fui a buscar los jabones, son los jabones que me encontraron”, me contestó y se empezó a reír. Yo nunca había imaginado que se pudieran unir toda una serie de conocimientos que no solo se reducían a la ya de por sí complicada elaboración de jabones, sino que en medio estaban implicados una serie de valores y principios, que iban desde el respeto al ambiente hasta cuestiones políticas. Era como si todo en su forma de ser y en sus actividades adoptara una coherencia.

Entonces le pregunte: pero tu haces jabones para respetar tus principios? Ella se limitó a decirme “A mí siempre me ha gustado crear, me gusta trabajar con las manos” y cambio el tema . Me dijo que antes de ir a Roma era una chica insegura pero fue gracias a la apertura que ella había encontrado en su entorno que logró también ella abrirse, sobre todo, consigo misma.

“Fue la influencia de gente curiosa y positiva que me ayudó y me ayuda a sentirme una mujer segura” me decía mientras recogía y guardaba cuidadosamente los jabones en sus cajas cuando terminabamos el mercadito. – Todo me pareció mas claro cuando me habló sobre su metodología propia para hacer las cosas -”Mi metodología consiste en observar, experimentar y solo después, estudiar.Creo que haciéndolo así, logro entender mejor las cosas que me propongo hacer… El hacer jabones, no fue una excepción. Fue a lado de amigas que sabían hacer los jabones, que observe y experimente y solo después de esto, fue que empece a estudiar en detalle qué había detrás del proceso de elaboración y la aplicación de diferentes ingredientes”.

Mientras regresaba del aeropuerto de Schönefeld, después de haberle prometido que iría a Mongrando a conocer a Tiago (su hijo) lo antes posible, pense que si estudiara o, al menos, reflexionara sobre todo lo que he observado y experiementado desde que vivo en Europa, tal vez sabría qué hacer de grande.

Corrección: Rocio Cruz

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